El modelo escoba de administración pública departamental

FOTO OPINION

Por: Wilder Molina Argandoña

La autonomía departamental es un tractor moderno pero el chofer es anacrónico. El chofer es el modelo de administración pública que rige aun y hace funcionar al Gobierno Autónomo Departamental. Ese modelo es anticuado, por la forma como se la constituye y las prácticas que reproduce.   En cuanto a la forma se refiere, el reclutamiento de funcionarios de la administración pública departamental opera según criterios de discrecionalidad, selección según parentesco, influencias de amigos,  lealtad a un político, creación de requisitos de selección a pedido del beneficiario, es decir con criterios que son contrarios a una forma moderna de administración racional. Es propio de un modelo que funcionaba en países europeos en las épocas feudales, hace 300 años atrás. 

La administración pública es el conjunto de procedimientos y funcionarios pagados que se encargan de cumplir tareas inherentes a las funciones del Estado, a través de su estructura organizacional.  A su vez, una administración moderna se caracteriza por cualidades como ser: una autonomía de funcionamiento blindada por leyes frente a los vaivenes políticos, el reclutamiento meritocrático,  el cumplimiento de procedimientos administrativos de control y selección de personal,  un cuadro institucionalizado y una permanente lealtad de los funcionarios, a las leyes antes que a jefes pasajeros. 

Según los sociólogos de la organización burocrática, es posible encontrar tres modelos clásicos de la forma que se estructura una administración pública.  El modelo inglés, uno de los más rígidos e institucionalizados, donde los funcionarios técnicos son reclutados por competencia y permanecen intocables hasta jubilarse, mientras los jefes de gobierno pasan cada cuatro años.  Entre los ingleses solo los cargos altos de autoridad son designados “a dedo” por los representantes del nuevo gobierno, es el modelo donde los políticos pasan, pero los empleados públicos quedan, lo que quiere decir que no tienen la obligación de ser leales a los administradores temporales del poder.

El modelo alemán es casi parecido, pero tiene una diferencia.  Cualquier funcionario puede ser candidato de un partido y, si concluido el proceso electoral no gana, tiene el derecho de retornar a su puesto de trabajo sin ninguna restricción ni mal miramiento, y, desde luego,  seguirá cumpliendo sus tareas con compromiso de servicio a la sociedad y a las leyes, antes que a los partidos.  El modelo francés del mismo modo se basa en la meritocracia, la institucionalización de cargos, la formación técnica, el servicio a los ciudadanos, pero tiene una diferencia, los cuadros técnicos que se reclutan y son graduados en una entidad especializada, la escuela nacional de administración pública.

Por último, nos referimos al modelo estadounidense de hoy.  Es un modelo mixto, donde un porcentaje mayor de la administración pública es conformado por personas reclutadas por méritos y otro porcentaje es nombrado por el vínculo partidario con los líderes del gobierno. Todos son ciudadanos que tienen un trabajo idóneo y lealtad a la función pública, por encima de lealtades a las personas. 

El modelo anacrónico es el que se denomina como modelo escoba,  en figura quiere decir aquel que barre con todo lo que encuentra del anterior gobierno y no respeta ningún criterio técnico de permanencia de personal, a no ser que sea las influencias familiares, amistades profundas u otros criterios no meritocraticos.  El modelo escoba refleja la falta de institucionalidad, ausencia de reglas de selección idónea, sin funcionarios de carrera, sin cargos institucionalizados, barre con todos y deja huérfana de expertos técnicos, eficiencia y responsabilidad, cada que hay un nuevo gobierno posesionado. Ese modelo fue superado en los países de democracia avanzada hace más de 100 años, pero aún sigue siendo, entre nosotros, el modelo incuestionado y útil con que se hace funcionar a la administración pública del gobierno autónomo departamental

Presiento que a nuestros actores políticos, líderes de opinión, docentes universitarios, no les interesa discutir una  modernización de la administración pública. Un proceso de desarrollo integral requiere también una administración pública moderna que garantice la eficiencia, el uso óptimo de los recursos y la productividad inversiones y servicios públicos. Cuando se analiza el desarrollo del departamento solo habla de infraestructura, inversiones en caminos y proyectos productivos pero nadie dice invirtamos en el cambio institucional, hacia una nueva cultura política. Prueba de ello es que nadie pone en la agenda de discusión este “modelo escoba” de administración pública, que sigue vigente hoy día.

*Es profesor de investigación jurídica, autor de libros sobre política y luchas sociales en el Beni.

Facebook
WhatsApp
Twitter
Imprimir
Facebook
WhatsApp
Twitter